La Dama Indignada

La Dama Indignada

jueves, 5 de diciembre de 2013

Autor: Alberto Giacometti. Obra: El hombre que camina.

El hombre que camina I, 1960. Bronce 180,50 x 27  x 97 cm
El difícil etiquetar al artista suizo Alberto Giacometti (1901-1966), pero sí se puede denominar como uno de los fundamentales del arte de las vanguardias del siglo XX.

Era conocido el gusto de Giacometti por las prostitutas y por frecuentar burdeles continuamente. Le llamaban especialmente la atención aquellas mujeres de personalidad fuerte.

Durante la Segunda Guerra Mundial Giacometti se quedó en Suiza. Allí conoció a Annette Arm, con quien se casó en 1949. Ella fue una de sus modelos favoritas.
Durante la última época de su vida, Giacometti tuvo como amante a una joven prostituta francesa, Carolinne, a quien conoció en 1959 en el bar “Chez Adrien”, cuando ella tenía 21 años. Carolinne aparece en varios de los retratos que se exhiben en Proa.
Giacometti murió en 1966, debido a una insuficiencia cardíaca. El escultor se alimentaba mal, bebía demasiado café y fumaba enormidades. La pericarditis por la que murió fue derivación de una bronquitis crónica.

El 3 de febrero del año 2010, El hombre que camina ('L'Homme qui marche') fue subastada en Londres por 65 millones de libras (74,2 millones de euros, 104,3 millones de dólares), superando así el récord mundial de una obra de arte vendida en una subasta ese momento, según la casa que se ocupó de la puja: Sotheby's. 

La escultura se compone de una sola pieza de bronce de 1.90m de altura. La obra representa a un hombre caminando; deformado, estirado y extremadamente fino y delgado.
Las esculturas de Giacometti adoptan la misma estética de Hombre caminando, con formas irregulares y cuerpos finos. Con esto, sus obras adquieren gran expresividad y transmiten fragilidad y debilidad, como si sus personajes sintiesen una amenaza de destrucción por el medio que les envuelve.
Existen varias copias de Hombre Caminando, repartidas por varios museos y galerías del mundo. Aparece su imagen en el reverso de los billetes de 100 francos suizos.

Es efectivamente conmovedora e impresionante ésta obra. Quién sabe por qué, Sartre dijo que es la imagen de un hombre como lo vemos pasar hoy por la calle. Tal vez porque -en su economía de formas- sea ningún hombre y todos los hombres al mismo tiempo. Sin rostro, sin ropa, sin señas particulares. Y sin embargo tan próximo, tan cualquiera de nosotros. Aunque al mismo tiempo, tan otro.


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